lunes, 28 de febrero de 2011
Paul Pope
Realmente, mi relación con Paul Pope empezó con bastante mal pie. La primera obra suya que leí fue una historia corta sin demasiada entidad dentro de la malograda colección 'Flinch' de Vértigo. En aquel momento, absolutamente nada en aquellas viñetas me hizo entrever un talento especial. La historia, simpática aunque no especialmente brillante, venía acompañada de unos pocos trazos irregulares. Nada destacable.
Varios años más tarde y una larga y frustrante travesía por Kodansha de por medio (entre otras cosas) lo han curtido convirtiéndose en uno de los artistas más relevantes del panorama internacional. Para muchos, Paul Pope es el artista más brillante de su generación y una estrella total en plena efervescencia. Para otros, un tipo sobrevalorado que apenas cuenta con tres obras relevantes en su currículum. En todo caso, su talento no se limita a un vigorosísimo dibujo, sino que sus historias y su estilo narrativo han evolucionado con el tiempo de forma notable.
El arte de Pope bebe tanto de diseñadores americanos como de omnipresentes artistas europeos. Él mismo nombra entre sus influencias a figuras como Jack Kirby, Alex Toth, Hugo Pratt o incluso a nuestro admirado Daniel Torres. Me atrevería a añadir en la lista a artistas más alejados de las viñetas y más cercanos al arte clásico.
Su versión de Batman en Batman: Año 100 es absolutamente arrolladora. La definición más renovadora y única desde Frank Miller, al menos desde un punto de vista estético. Creo que fue esta obra la que definitivamente hizo cambiar mi opinión sobre Pope, por encima de sus otras obras más personales, como Heavy Liquid o 100%. A pesar del reconocimiento general, Pope se mueve cómodamente en un entorno más indie, con obras menos 'relevantes' a nivel comercial que las publicadas para DC, donde puede mostrar realmente todo su potencial.
Hace tiempo que Paul ha alcanzado el estatus de autor de culto en determinados círculos, siendo reconocido por ahí fuera como el Jim Morrison del cómic. Hay algo en su sentido del diseño, en la forma de mover a sus personajes, en la exuberancia de sus viñetas, en su poderoso B/N y en su espíritu pulp que resulta adictivo para cualquier lector de cómic. Recordemos que tan sólo cuenta con 40 años. Quién sabe qué más nos traerá con el tiempo. Esperemos grandes cosas.
Más información: Blog de Paul Pope
R.
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