jueves, 14 de febrero de 2008

San Valentín, patrón de los infiernos

Siglo XIV, Pedro, príncipe de Portugal, debe contraer matrimonio. La elegida por su padre es Constanza Manuel, noble española, con quien se acuerda un matrimonio por poderes que se hará efectivo al cabo de cuatro años cuando ella viaja con su séquito a Lisboa.

Todo es frío, todo es pactado, todo es como debe ser.

Entre las damas de compañía de Constanza se encuentra una joven noble llamada Inés de Castro de la que el príncipe se enamora enseguida siendo correspondido por ella. Se convierten en amantes y, aunque el rey de Portugal intenta separarles desterrando a Inés, ellos consiguen seguir con la relación quedándose ella cerca de la frontera del país en un pequeño palacio extremeño.

Todo es cálido, imprevisto, todo es pecado.

Cuando, a los cinco años de matrimonio, Constanza muere al dar a luz a su segundo hijo, Pedro e Inés deciden casarse pese a los impedimentos morales y políticos del rey de Portugal. Se trasladan a una residencia al norte del país, en Coimbra, lo hacen en secreto y tienen cuatro hijos .

Todo es alegría, calma, todo empieza a ir bien.

Al enterarse el rey monta en cólera y, con el consejo de varios nobles, decide mandar asesinar a Inés, a quién una noche, en presencia de sus hijos y en ausencia de su marido, acuchillan tres de sus hombres sin piedad. La consecuencia es la guerra civil entre el padre y el hijo, que solo tiene fin cuando la reina media y les hace firmar un tratado de paz.

Todo es sangre, guerra, odio.

Al morir su padre poco después Pedro es coronado rey de Portugal y sus primeras medidas van contra los asesinos de su mujer, a quienes busca y ordena ejecutar en su presencia arrancándoles el corazón, que después, devora ávidamente.

Acto seguido manda exhumar el cuerpo de su esposa, que ya llevaba varios años enterrada, vestirla como corresponde a una reina, sentarla a su lado en el trono y pedir a la corte que se sometan a ella y la reconozcan como tal besándole la mano.

Todo es poder, justicia, fiebre.

Poco antes de morir el rey Pedro ordena que le entierren cerca de su amada, tocándose los pies de las tumbas, para que, el dia del juicio final al levantarse, sea ella lo primero que sus ojos vean.

Todo es pasión y locura en su amor.

MC.

3 comentarios:

Unknown dijo...

Uau!! Historia, leyenda, quién sabe? El amor es libre, no entiende de reinos, de conveniencia, de dinero, de poder, de protocolo...por qué no dejarlos tranquilos si realmente están haciendo lo natural, lo que sus almas y sus cuerpos les piden.

La ironía, si no hubiera sido por Constanza, no se hubieran conocido...o sí?

Tal vez en otro mundo, tal vez en otro tiempo, tal vez...en otra vida.

Muas!

L.

R y Mc dijo...

Historia y leyenda a la vez :-)
Una buena muestra de las bondades, maldades y locuras del amor y el destino.

Me encanta leer historia medieval, cualquier culebrón venzolano se queda en nada comparado con las idas y venidas de los reyes y sus cortes :-), y además ¡estas són reales!.

Gracias siempre por pasarte Lady L!

MC.

Anónimo dijo...

Me ha gustado mucho el post Mc! un besote!!!